Como sabemos, en los metales y aleaciones, la resistividad (el grado de dificultad que encuentran los materiales en sus desplazamientos) del material aumenta con la temperatura, y disminuye con ésta, de forma casi lineal. Sin embargo, en los superconductores, en temperaturas cercanas al cero absoluto (0 K) se produce un descenso brusco de la resistividad. La resistividad es entonces nula. Pese a la nula resistividad, la conductividad no es infinita (algo deducible de la fórmula matemática de la conductividad).
Es decir, que siendo la conductividad la facilidad de un material para el movimiento de electrones a través de él, la superconductividad se dará cuando los electrones no encuentren oposición a su paso por el material conductor (o apenas lo hagan, teóricamente es imposible alcanzar una conductividad del 100%).
La superconductividad es, por tanto, una propiedad presente en muchos metales y algunas cerámicas, que aparece a bajas temperaturas, caracterizada por la pérdida de resistividad a partir de cierta temperatura característica de cada material, denominada temperatura crítica.
Los superconductores también presentan un acusado diamagnetismo, es decir, son repelidos por los campos magnéticos. Lo cual provocará el efecto de levitación que observamos en la imagen:
Superconductor a temperaturas cercanas a 0 K